La historia
de la Creación es un gran tapete en expansión, embellecido en sangre, jade y
oro, estirándose desde el pasado más lejano hasta el presente.
Semidioses
inmortales antaño dieron forma a la Creación a su voluntad y la convirtieron en
un lugar de milagroso esplendor. Hoy, los hombres luchan con espada y malla
sobre las ruinas de una antigua gloria.
La Inmortal
Emperatriz Escarlata ha desaparecido y el Reino que ella fundó se estremece
mientras las Grandes Casas de la Dinastía Escarlata se vuelven unas contra
otras.
Las fuerzas
del Kaos hacen la guerra en los bordes de la realidad, y los recientemente
reencarnados héroes del pasado han vuelto para salvar al mundo... o para
condenarlo.
Esencia
Esta es la
verdad: El mundo es un gran campo de energía conocida como Esencia. Esta
Esencia impregna todas las cosas, compone todas las cosas y controla todas las
cosas. Usualmente se la conoce como "aliento", pero no sólo forma
parte del medio de vida que respiramos, sino también de la materia física de
esa vida. La Esencia es el muro estructural que mantiene la Creación, y la
Esencia es el remolino demencial que hay bajo ella. Toda criatura está
irremediablemente unida a la Esencia. Cuando son inmortales, aquellos que
pueden controlar y canalizar la Esencia son llamados Dioses. Cuando son
mortales, se llaman Exaltados.
Primigenios
En el
principio, sólo había Esencia bruta, existiendo en los constantes remolinos del
caos disforme. Y en este caos existían los Primigenios. Se desconoce si
nacieron de la Esencia, si existieron eternamente, o si de alguna forma
comenzaron con ella, pero ellos fueron los primeros de todas las cosas con
forma.
En la locura
alrededor de ellos residían los Seres Feéricos, criaturas cuya naturaleza más
esencial era antagónica a la de los Primigenios manaba de ellos. Los
Primigenios siempre han luchado contra estos seres, y eso es algo que no ha
cambiado desde los primeros días del mundo. Incluso hoy, las hadas buscan
quemar toda la Creación y devolver al Kaos a su pureza sin forma de los tiempos
anteriores.
Los Juegos
de la Divinidad
Los
Primigenios deseaban un lugar para ellos mismos, de forma que pudieran refugiarse
de la infinita tormenta de caos y de las insoportables beligerancias de los
Seres Feéricos.
Entonces
ellos descansarían de la lucha existencial en el Kaos para jugar a sus Juegos
de la Divinidad. Desde este pensamiento y de su voluntad unida manó la
Creación.
Ellos dieron
forma y sentido al mundo, desde el sol en el cielo hasta la más diminuta
hormiga de la arena. Y cuando los Primigenios vieron que se ajustaba a sus
deseos, se fueron a jugar a sus Juegos.
La Creación
era demasiado compleja para mantenerse o sostenerse a sí misma, y sus juegos no
permitían periodos largos de distracción. Por tanto, los Primigenios crearon a
los dioses para proteger y mantener la Creación, dejándoles a cargo.
El
Alzamiento
Con el
tiempo, creció el descontento entre los Dioses por su esclavitud. No podían
levantar una sola mano en contra de sus creadores, sin embargo, otorgaron sus
poderes a meros mortales para que se convirtiesen en sus armas y campeones.
Estos
elegidos mortales, estos Exaltados, se sublevaron e hicieron la guerra contra
los Primigenios para el beneficio de los Dioses. La disputa arruinó la
Creación, y muchas cosas fueron destruidas que nunca más volvieron a ser
vistas.
Los cinco
Grandes Elementales fueron deshechos por los Primordiales por miedo a que fuesen
usados como armas contra ellos. La raza pre-humana de los Reyes Dragón murieron
por millones, y aquellos que sobrevivieron no tuvieron más opción que regresar
a un estado tecnomágico de sopor hasta una edad futura.
Tras años de
batallas los Primigenios fueron derrotados. Algunos fueron asesinados y bajo
ellos bosteza un horrible Abismo que absorbió sus almas moribundas. Otros se
rindieron, por miedo a caer en el Abismo. Gracias a la intervención de Gaia, el
único Primigenio que se alió con los Exaltados, estos Primigenios derrotados no
fueron ejecutados. En lugar de ello, fueron forzados a jurar poderosos pactos
sobre sus nombres verdaderos, que les desterraron de cualquier parte y les
apresaron dentro del cuerpo de su general, Malefas.
Aquellos
Primigenios que murieron pasaron a conocerse como los Nonatos. Eran demasiado
vastos para pasar al olvido, y las reglas del ciclo de la reencarnación, que
ellos mismos habían creado para los mortales, no se aplicaban a ellos, así que
perduraron en los límites de la existencia.
Su colapso
hacia el Abismo dañó el ciclo de la reencarnación sin embargo, y contaminaron
la Esencia con la que formaron la Creación. Esta Esencia contaminada se infectó
y congeló en un plano paralelo de existencia conocido como el Inframundo.
En
ocasiones, esta Esencia necrótica incluso supuraba hacia la Creación misma. Y
apenas los Nonatos empezaron su sueño sin fin en sus vastas tumbas subterráneas
una porción del espíritu de las otras criaturas que habían muerto empezaran a
filtrarse hacia su nuevo y gris mundo, en lugar de obedecer a las reglas de la
reencarnación.
Aquellos
Primigenios que fueron capturados son conocidos como los Yozis, o demonios. Y a
penas les habían encerrado los dioses cuando empezaron a soñar con escapar y
vengarse. Empezaron a producir proles para servirles y entretenerles en su
cautiverio.
Incluso en
su derrota, todos los Primigenios maldijeron a los dioses, los Exaltados que le
servían y la Creación que les sostenía. Sus maldiciones fueron tan ciertas y
malvadas como lo son las maldiciones confabuladas por un creador traicionado,
pero aquellos asuntos fueron de poca importancia para los Exaltados y los
Dioses. Después de todo, los Nonatos y los Yozis eran una mera sombra de sus
enemigos derrotados.
Los
fantasmas fueron ignorados como un curioso eco de la guerra contra los
Primigenios, mientras las proles demoníacas de los Yozis eran invocadas y
aprovechadas con conjuros de servidumbre y usados para construir edificios y
palacios.
En los días
tras la Guerra Primigenia, un cuerpo conocido como los Deliberativos Solares
fue fundado como un concilio donde todos los Exaltados pudieran tener voz. El
propósito era proveer una defensa colectiva y ayudar a decidir el futuro de la
Creación.
En aquellos
tempranos años, los Celestes dejaron la Creación bajo el control de los
Exaltados, y una edad dorada de paz y prosperidad reinó a lo largo del mundo.
Los Solares gobernaban, los Lunares eran sus señores de la guerra y consortes,
y los Terrestres servían en la gran burocracia.
Dioses y
elementales obedecían sus órdenes, y grandes trabajos de arte y hechicería
fueron creados, maravillas de una magnitud que nunca más volverá a ser vista.
Esta fue la
Primera Edad de la Creación, y fue un tiempo de maravillas sin descripción. El
poder mágico de los Exaltados no tenía límites. Los ejércitos expandieron los
bordes del mundo mismo. Las ciudades volaron sobre el cielo con motores de
Esencia. Poco pensaron aquellos que vivieron en esos tiempos en los enemigos
que habían derrotado, así que secretamente creció en sus almas la maldición que
los Primigenios habían enviado.
La maldición
madura
La maldición
de los Primigenios cayó primero sobre los Exaltados, y no sobre los Dioses.
Creció irreconocible en sus corazones como una enfermedad, transformando la
virtud en exceso y magnificando los errores naturales. El valor se tornó en
vanagloria y rivalidad, el honor en rigidez, compasión en corrupción, y los
Exaltados Solares se volvieron tirano, crueles y malvados.
La Gran
Maldición cayó sobre los otros Exaltados también, pero sobre todo en los
Solares, debido a que eran los líderes quienes derrotaron a los Primigenios.
Finalmente, los Exaltados Solares olvidaron la guía del Sol Invicto, su patrón
y líder de los Dioses. A cambio, el retiró su rostro de ellos.
Los
Siderales vieron que sus maestros estaban volviéndose malvados, así que
formaron un concilio. Ellos miraron en el Telar del Destino y vieron tres
alternativas para la Creación. En la primera, no hacían nada, lo cual resultaba
en la corrupción y caída del mundo entero. En la segunda, intentaban hacer
entrar en razón y restaurar a los Solares, que podría o no salvar a la
Creación. En la tercera, ellos guiaban a los Vástagos de Dragón a enfrentarse y
exterminar a los Solares de la faz de la tierra. Ese acto posiblemente
preservaría el mundo, solo que considerablemente reducido.
Ellos
eligieron la tercera opción.
Ante la
suspicaz instancia de los Siderales, los Vástagos de Dragón empezaron a creer
que no tenían otra opción que traicionar a sus maestros Solares y
reemplazarlos. En secreto hicieron sus planes y atacaron por sorpresa mientras
los Solares estaban en un gran banquete, masacrando a muchos en el acto y
consiguiendo separar al resto de sus recursos y poder. Los Lunares, quienes ya
se habían dado cuenta de los excesos de los Solares, no fueron tan vigorosos como
debieron en su defensa. Algunos Lunares fueron traicionados, otros huyeron
hacia los límites de la Creación, y el resto se introdujeron en el Kaos tras
los límites de los polos elementales.
A pesar de
sus habilidades y poderes, los Solares que sobrevivieron en la emboscada
inicial cayeron luego uno por uno. Conforme morían, las porciones de sus almas
que el Sol Invicto había potenciado fueron introducidas en el ciclo de la
reencarnación para que nuevos solares pudieran Exaltarse. Para prevenir esto, y
evitar perpetuar una guerra eterna, algunos Exaltados Siderales usaron una
poderosa magia para encerrar esas porciones de almas Solares en una Prisión de
Jade.
Los Vástagos
de Dragón hundieron esta enorme estructura en las profundidades del Mar
Interior para encerrar a los Solares para siempre. Una minúscula parte de la
Esencia Solar permaneció libre y continuó reencarnándose cuando la prisión fue
sellada, pero casi por completo, la Creación había purgado a los Exaltados
Solares, haciendo que llegase la era de los Vástagos de Dragón.
Buscando
simplificar las cosas para sus peones Terrestres, los Exaltados Siderales
desaparecieron de la vista gracias al uso de una prodigiosa magia, borrando
todo el conocimiento sobre ellos de la historia y las estrellas. Con los
Solares destronados, los Lunares en un exilio fugitivo, y los Siderales ocultos
tras una extraña distracción, la Edad de los Exaltados Celestiales había
llegado a un fin aparente.
Los
Terrestres entonces reescribieron la historia para convertir a los Solares y
Lunares en diabólicos Anatema quienes se habían vuelto locos por el poder y se
habían aliado con demonios. Aquellos que habían presenciado o sufrido los
excesos de los Exaltados Solares no tuvieron objeción alguna con esta mentira.
El Shogunato
Los
Exaltados Terrestres ahora gobernaban en el lugar de los Solares estableciendo
un Shogunato en lugar de los Deliberativos. Así año tras año, la gloria forjada
en la Primera Edad cayó y no pudo ser reemplazada. De siglo en siglo, los
Vástagos de Dragón lucharon contra sí mismos por controlar armas mágicas y
recursos, escondiendo las verdaderas razones de sus conflictos tras la
ideologías de líderes que se perdieron en la historia.
A través de
esta era, una confederación perdida de daimyos guerreros gobernaban la
Creación, periódicamente unidos por un fuerte shogun hasta la siguiente disputa
por la sucesión. Fue un tiempo de creciente malestar y disminución de los
estándares de vida. Los Terrestres fueron desiguales ante el reto de mantener
las maravillas de la Primera Edad, aquellos que no habían sido destruidos,
saboteados por la Casta del Crepúsculo o escondidos por los siderales.
Los bordes
de la expandida Creación temblaron. Los ejércitos de los Seres Feéricos
rompieron los bordes de la realidad sembrando el kaos en terribles avances.
Finalmente, habiendo crecido en poder debido a siglos de exilio en el
Inframundo, los Señores de la Muerte mostraron su mano. Estas criaturas de
oscuro poder unieron sus capacidades para conjurar una gran enfermedad hacia la
Creación.
El Gran
Contagio, como fue conocido, golpeó al mundo como un martillo, matando a nueve
de cada diez individuos en la Creación, y la muerte inundó el Inframundo para
alimentar los ejércitos de los Señores de la Muerte.
Para cuando
el Contagio se apaciguó, habían muerto tantos que grandes agujeros se habían
abierto en la Creación misma. De estos agujeros fluyó la necrótica Esencia del
Inframundo, convirtiéndolas en zonas sombrías donde la Creación y el Inframundo
se solapaban.
Los Seres
Feéricos agarraron ansiosamente su oportunidad de establecerse en la Creación
en su momento de máxima desesperación. Las zonas sombrías crecieron en el
corazón del mundo, el Kaos devoró los bordes de la Creación, y parecía que todo
iba a ser destruido.
En medios de
este caos, mientras el mundo se sumía en una espiral hacia un cataclismo final
en una confusión de enfermedad y fuego feérico, un soldado consiguió encontrar
el camino hacia las ancestrales defensas que protegían la Creación. Una vez
allí, en el corazón del poder del mundo, ella activó sus defensas y se
convirtió en su maestra.
Alzamiento y
caída de la Emperatriz Escarlata.
Primero, la
heroína de los Vástagos de Dragón destruyó a los ejércitos de los Seres
Feéricos en un enorme cataclismo de poder. Luego, ella usó las armas
geománticas hacia sí misma para reforzar su poder, aniquilando a todos los que
se le oponían. Agarrándose a una aciaga oportunidad, un culto conocido como la
Orden Inmaculada, que creían que los Terrestres tenían un mandato divino sobre
la Creación, ayudaron a legitimizar su acción aclamando que los Dragones
Elementales le sonreían.
Con la
bendición y devoción de este extendido y fanático culto, consolidó a su familia
Terrestre a través de ella. A través de matrimonios y adopciones, chantaje y
falsedad, los unió a la Dinastía Escarlata, un imperio político con ella, la
Emperatriz Escarlata, como gobernadora incuestionable.
En las
ruinas del Contagio, la Emperatriz estableció nuevos ministerios
gubernamentales, reorganizó y reconstruyó las legiones, estableció un nuevo
Deliberativo para mantener ocupados a los nobles, consortes, y niños aburridos
que fundaron las Grandes Casas y mantuvo la Cacería Salvaje para golpear a los
renacidos Anatema.
El Reino que
creó era una mera sombra del Shogunato que vino antes que ella, pero mantuvo la
paz y reforzó su voluntad demasiado destrozado para resistirse.
A lo largo
del curso de muchos siglos turbulentos, ella gobernó la Creación. Todos salvo
dos de sus rivales sucumbieron ante su poder o fueron destruidos bajos sus
armas y sus órdenes. Esos dos fueron el afamado hechicero Bagrash Kol, quien
alzó un imperio a sí mismo en el Kaos Norteño, y el comandante de la Séptima
Legión, quien posteriormente fundó la ciudad-estado de Lookshy en el borde más
lejano del Mar Interior.
A pesar de
todo, de las invasiones bárbaras, las incursiones de los Seres Feéricos y de
las incesantes rebeliones, el Reino perduró. Por más de 800 años, la Emperatriz
gobernó su bárbaro imperio de Vástagos de Dragón sobre las ruinas de un
milagroso pasado.
Desde
entonces.
Eso fue
entonces. Esto es ahora.
Hace cinco
años, la Emperatriz desapareció durante el notorio auspicio del periodo final
de año conocido como la Calibración. Algunos dicen que fue destruida mientras
jugaba con hechicería oscura. Algunos dicen que está escondida y vigilando para
ver quien quiere obtener poder en su ausencia. Otros dicen que fue asesinada
por un antiguo Anatema, porque nada más podría penetrar su seguridad.
Sea como
fuere, ella no está, y un gran acuerdo se ha tomado en su ausencia, una épica
confrontación entre las Grandes Casas y la Dinastía Escarlata por ascender al
trono. Los ambiciosos Vástagos de Dragón han estado haciendo complots y
enfrentándose a lo largo de la Isla Bendita, empujando a sus fuerzas militares
a casa para asegurar su poder.
Debido a
esto, han disminuido significativamente la presencia y poder militar del Reino
en el Umbral más allá del Mar Interior, donde ha surgido por igual tumulto y
oportunidad.
Por ejemplo,
hace cuatro años un Señor de la Muerte conocido como Máscara de los Inviernos
marchó hacia la Creación con un ejército para atacar la ciudad de Espinos en
las Tierras Carroñeras. Su poderosa ciudadela no-muerta, Juggernaut, ahora
patrulla en las crecientes Tierras Sombrías de allí.
La
vanguardia de su ejército consiste no sólo en horrores muertos y no-muertos
bajo su control, sino también en algo barroco, siniestros Exaltados a quienes
los habitantes de la creación han llamado caballeros de la muerte.
Y Máscara de
los Inviernos fue sólo el primer Señor de la Muerte en revelar su mano en estos
asuntos, pronto fue aparente que el resto de Señores de la Muerte tenían ese
tipo de sirvientes también.
En el mismo
año, en el Noreste, un bárbaro señor de la guerra Solar derrotó la legión de la
casa Tepet como culminación de dos años de campaña. Con ello, destruyó mucho de
la crema del ejército Imperial. Lo que es peor, se ha hecho evidente que han
renacido más Solares desde la desaparición de la Emperatriz que todos los que
jamás se hayan cazado en siglos. Y con más soldados cada día iendo hacia la
Isla Bendita para ayudar en la sucesión de la Dinastía Escarlata, hay pocos
guerreros para asistir la Cacería Salvaje y cazar a estos Anatema.
En los años
desde la derrota de las Legiones de Tepet, el Reino ha estado reacio a abrir
nuevas campañas. La Casa Tepet ha sido efectivamente noqueada fuera de la
carrera al trono, así que ninguna Casa está dispuesta a contribuir al riesgo
militar, y cada vez demandan más tasas e impuestos de los tributarios del Umbral
para mejorar su posición militar para la próxima guerra civil.
Es un tiempo
de oportunidades y de riesgo. Está claro que una edad de guerras está al caer.
Los ejércitos de los Señores de la Muerte revuelven el Inframundo, los Seres
Feéricos lanzan partidas y demostraciones de poder a lo largo de los bordes de
la Creación, y los Exatados Lunares son llamados desde los bordes del Kaos por
sus antiguos y perdidos compañeros.
El mundo tal
y como es está cambiando, y un nuevo mundo con una nueva balanza de poder
nacerá pronto. En la mayor parte de sitios, el mundo espera un respiro tras la
tormenta. En otros sitios, las primeras lluvias han empezado a caer.
Quienes
sois.
Poco después
de la desaparición de la Emperatriz Escarlata, una puerta que nunca debió ser
abierta fue quebrada por la ambición de un gran mal. Hace cinco años, los
Señores de la Muerte quisieron obtener el poder de los Exaltados Solares.
Tuvieron un
éxito parcial.
De su éxito
nacieron los caballeros de la muerte, y de su error los Solares volvieron a
nacer. Apresados y sin poder reencarnarse por siglos, el poder de los Solares
implacablemente buscó individuos talentosos y ambiciosos y los lanzaros a
través de un meteórico camino de prominencia y poder sobrenatural. A pesar de
todo sólo la mitad de los Solares que existieron en la Primera Edad han vuelto,
pero son suficientes como para reformar el mundo.
Estos héroes
renacidos, su inmenso poder por mucho tiempo desaparecido, sus memorias
vilipendiadas, son la última esperanza de un mundo ruinoso por la confusión y
los conflictos. Todavía, sobre ellos descansa la misma oscuridad que les
consumió en el alba de la historia.