miércoles, 19 de noviembre de 2014

Profecías de las Crónicas


Recopilación de las profecías que se le hacen (o descubren) a los personajes de las Crónicas Transilvanas.


Octavio (Acto I, Escena II)
"¡Deteneos, oh niños cuyos hombros cargan con el peso de la redención!"
"Mucho tiempo han buscado mis ojos más allá de lo que ha sido y lo que será. ¡Él despierta y debemos estar listos! Pronto os encontraréis alguien cuyos planes os llevarán al corazón del terror y la exultación. Regocijaos, pues lo presenciaréis todo. Tenéis un importante papel en lo que se acerca. ¡Ah! Que la dulce sangre del corazón lave el pecado. Ocho signos de las noches venideras brillan en mi visión. Os veo en cada uno de ellos. Aunque nada puede ser impedido, sí es posible transformarlo mediante los actos de unos pocos. Id, hijos míos, y recordad mis palabras cuando se os pida un esquema. Zolot miente ¡Huid de sus visiones! Prosperad y nos veremos de nuevo."

Anatole: (Acto I, Escena V)
"Benditos sean los que vienen en la gloria al lugar de las revelaciones. Bienvenidos, hermanos; soy Anatole, buscador de lo se perdió y volverá de nuevo a las manos de los agentes escogidos de Dios. Vuestra llegada es la señal que he estado esperando mucho tiempo. El campo está en barbecho, aguardando a los que buscan la semilla de la sabiduría enterrada en sus lugares ocultos. Debemos apresurarnos, pues está próximo el tiempo en que todos necesitaremos palabras de consejo. Juntos pondremos las señales en el camino de la salvación."

Tablillas Cuneiformes (Acto I, Escena VI)
"Así, dejo escritas las verdaderas visiones que puedo recordar y me ciño a la Senda que he escogido. Sólo yo de entre todos conoceré la verdad, y esto será mi escudo y mi lanza. Exaltado seré en el tiempo de los Días Finales. Incluso el Padre se inclinará ante mi poder.
Que los inferiores guerreen unos contra otros, escuchando las profecías que ya he visto. ¡Necios todos! Gracias a mi ardid, no conocen los verdaderos signos, sino meras sombras de lo que será.
Que tiemble el mundo cuando llegue a mi poder y majestad, pues gobernaré sobre nuestro Padre, sobre la Madre que auxilió a nuestro Padre, sobre el reino de Seth y, sí, sobre el mismo Dios. Que comience el reinado de la sangre."

Libro sobre Kupala: (Acto II, Escena I)
...Svarog, Byelobog y, sobre todo, el dios-demonio Kupala, cuya estirpe lleva la locura a la misma tierra. Con su oscuro corazón desgarrado, se dice que el demonio descansa bajo los Cárpatos, embrujando la tierra y extendiendo la corrupción entre todos a quienes alcanza su terror. Se susurra que el demonio duerme, reuniendo fuerzas para alzarse en terrible cólera cuando despierte. Su abrasadora maldad puede verse en la creación de la legendaria flor de fuego sagrada de Kupala, de color rojo sangre, con la que los hechiceros pueden atar o liberar demonios.
El culto dedicado a este odioso espíritu ofrece sacrificios al demonio, asesinando niños por su sangré pura e inocente, que el demonio consume. Así fortalecido, la corrupción de Kupala se extiende todavía más, llevando la locura a su paso. Los temblores de tierra, las tormentas que destruyen hogares y cosechas, los huracanes que arrasan campos y bosques, todos hablan con la voz del demonio. Quiera Dios que descubramos...

Octavio: (Acto II, Escena I)
"¡Escuchad! ¡Aunque os avisé hace tiempo, no habéis hecho nada por impedir el despertar del demonio! ¡El primer signo se ha cumplido y todavía esperáis! ¿Permaneceréis ociosos mientras el corazón de la tierra es arrancado de su pecho sangrante? ¿No veis que la noche eterna está casi encima de nosotros? Se remueve, y con él, los antiguos gruñen en sus lechos de piedra, su hambre ansiando nuestra vitae. La pérdida de una tierra santa, la ruptura de una orden sagrada, y la caída de un poderoso mago. La señal ha llegado, el primer signo de los que llevan a la negrura y la muerte eterna. Estáis en el torbellino. Quedan siete más; lo que no puede ser impedido debe ser transformado. De vosotros depende la redención o la destrucción . ¡No me falléis otra vez!”

"El paso de los años y las llamas de los justos harán que nuestra especie se divida. Los hijos renegarán de sus padres, matándoles en sus lechos, y el hermano golpeará al hermano."

Anatole: (Acto III, Escena I)
"Dios no os ha olvidado. Ha puesto la marca del destino sobre vosotros. Preparad vuestras almas, pues se acerca el momento de las pruebas y las tribulaciones."

Octavio: (Acto III, Escena VI)
"¡Ave, militates! Escuchad ahora estas palabras, pues en ellas descansa el equilibrio de tiempos venideros. He visto gran trastorno entre los hijos del primer nacido de Adán. Bajo sus pies se abrió un gran abismo, y estaban a punto de caer. Frente a ellos se alzaban las generaciones, furiosas y resentidas. Así me ha sido dado advertiros, ¡oh guardianes del equilibrio y portadores de los signos de los últimos días! Y los chiquillos quedarán divididos, hermano contra hermano, una mano levantada contra la otra, como el mismo Caín mató un día a su hermano. Los inferiores se harán más grandes y los grandes caerán en un torbellino de sangre. Uno de los mayores ha caído en el pozo, para no volver nunca. Otro espera el destino del beso de sus ingratos chiquillos. ¡Alzaos y marchad, vosotros que oís mis palabras!"

"El Señor de los Demonios está al borde de la destrucción. Que encuentre o no su final depende de vosotros. Tenéis el conocimiento, oculto entre vuestras posesiones, del lugar donde descansa. Alguien llegará suplicando lo que tenéis. Cuidad como contestáis a su petición de ayuda. Escoged sabiamente."

No hay comentarios:

Publicar un comentario