domingo, 19 de septiembre de 2010

Explosión Nuclear sobre Madrid

No os alarméis, es simplemente un ejemplo, sacado de esta magnífica web (que recomiendo que visitéis porque cuenta muchas cosas que yo, por ejemplo, no sabía. Además tiene diagramas y tablas.)

Para poderse hacer una idea de la potencia normal de un arma nuclear expondré lo que ocurriría si una bomba de 1 megatón explotase a 2.600 m sobre la Puerta de Alcalá (Madrid, España), situada casi en el centro geométrico de la ciudad. A este lugar le denominaremos punto cero. Para hacerse mejor cargo de la escena me permitiré la licencia de contar con un observador virtual al que no le afecten los acontecimientos y, por tanto, pueda ver la escena claramente sin perecer.

Si nuestro observador se encontrase en la Plaza de Moncloa o en el campo al aire libre cerca del Planetario (a unos 3 Km. del punto cero) vería cómo una deslumbradora luz blanca emergía de un nuevo sol sobre la ciudad, que durante 5 segundos genera una onda de calor abrasador que incendiaria la vegetación, derretiría los cristales, las farolas y los coches y, por supuesto, prendería en el acto a cualquiera que se encontrase en la calle convirtiéndole en poco en un cadáver completamente carbonizado. Unos cinco segundos después de la aparición de la luz llegaría la onda expansiva cargada de los restos de la ciudad (que ya no existiría), todas las construcciones serían barridas en poco tiempo y se verían bombardeadas por todo tipo de objetos a velocidades increíbles. También vería cómo mientras va cesando la onda de calor un vendaval soplaría a una velocidad de 600 km/h. desde el punto cero, y a 250 km/h. a 6 Km de él, que al poco soplaría con menos intensidad en sentido contrario; afectaría a toda la zona marcada en el plano con el círculo nº 2.

La bola de fuego iluminaría la escena durante los 30 seg. que tardaría en apagarse, llegando hasta los 4 Km. de diámetro y que ascendería como un cohete hasta apagarse a más de 9 Km. de altura, mientras durase freiría todo lo que se encontrase bajo ella.Siguiente secuencia. Pulsa para ver mas grande.

Una explosión convencional produce una onda expansiva que produce un impacto rápido más o menos potente, pero una explosión nuclear tiene una onda explosiva que dura varios segundos, de modo que produce un empuje constante que es capaz de rodear los edificios y estrujarles desde todos los ángulos. Una detonación de un megatón aplastaría o reventaría cualquier edificio situado en un radio de 7 Km, por lo que, en el ejemplo que nos ocupa toda construcción dentro del círculo marcado en el plano (nº 3) sería destruido, y en 12 km. (circulo nº 5) las construcciones se verían gravemente afectadas. De modo que todo el centro de la ciudad desaparecería para ser empujada hacia la periferia dejando sólo los cimientos y partes de las estructuras más resistentes. Así se podría decir que prácticamente toda la ciudad de Madrid sería arrasada casi en su totalidad, en un radio de 12 Km. en el que prácticamente todo ser vivo moriría ya por derrumbamientos, quemaduras o radiación. Sólo quedaría un manto de ruinas con gran cantidad de edificios en ruinas en la periferia, todo ello en llamas.

Todo tipo de restos llegarían hasta a 16 Km. del punto cero (circulo nº 7) , donde además, surgirían incendios esporádicos en los materiales más inflamables y expuestos (depósitos, fábricas casas, coches...).
La intensidad del pulso térmico producido por la detonación sería tal que todo aquel que se encontrase al aire libre en un radio de 14 Km. (circulo nº 6) sufriría quemaduras de tercer grado. Los que se encontrasen expuestos a distancias menores serían carbonizados casi al instante. En este área surgirían incendios en masa y todo arderían de manera simultánea formando una gran hoguera de 725 Km2 que impediría a los supervivientes salir de la zona o a los rescatadores entrar. De modo que las poblaciones de Getafe, Coslada, parte de Alcobendas, Pozuelo de Alarcón, Alcorcón y Leganés, serían un inmenso incendio casi imposible de sofocar, donde los que pudieran huirían dejando a los que no pudieran valerse.

Foto final. Pulsa para ver mas grande.La manera en la que se comportaría este gran incendio podría ser de dos tipos: podría avanzar alejándose del punto cero e ir creciendo según encontrase combustible. A este efecto se le denomina conflagración. O podría ser que el mismo incendio crease una corriente hacia el centro y arriba que lo impulsase hacia el punto cero para alcanzar temperaturas elevadísimas, esto sería una tormenta de fuego. La manera en la que se comportase no es predecible, ya que variaría según la climatología. En cualquiera de los dos casos los refugios son ineficaces, tanto por las elevadas temperaturas que se llegan a alcanzar como por los gases tóxicos y la falta de oxígeno, que es consumido por el fuego.

La escena que vería nuestro observador tras la explosión sería muy parecida a la que sufrieron los supervivientes en Hiroshima y Nagasaki. En un instante el paisaje cambia por completo, se habría transformado en terrenos quemados o en llamas y escombros por todas partes.
Una oscuridad impenetrable inundaría la zona en un radio de 20 Km. (circulo nº 4) como sombra del hongo atómico y de la gran cantidad de partículas en suspensión que ocultarían la luz del Sol. Seguramente, como ocurrió en Hiroshima, empezaría a llover un agua negra como lluvia radiactiva local que contaminaría los ríos y el terreno, extendiendo los efectos.

Debido a la oscuridad y a los incendios los supervivientes que pudieran caminar tendrían que abandonar la zona y dejar a los heridos o perecer con ellos. Si la detonación se produjera en una gran ciudad lo más probable es que casi todos murieran allí donde les cogiera la explosión o muy cerca, ya que en la oscuridad, en una ciudad convertida en escombros y rodeada de incendios las probabilidades de escapar son casi nulas. Otras poblaciones más lejanas sufrirían también los efectos de la onda de choque, Una persona situada en Alcalá de Henares vería ascender el hongo sorprendido para, a los pocos segundos, ser lanzado al suelo por la onda de choque que sería capaz de romper todos los cristales de la ciudad.

Y este panorama puede ser aún peor si la detonación se produce en el suelo o muy cerca de él. En este caso la zona afectada por la onda explosiva sería menor aunque la del pulso térmico sería igual. La bola de fuego a millones de grados tendría un radio de 3 Km. y transformaría en vapor todo el centro de Madrid, convirtiéndolo en un cráter de sesenta metros de profundidad (la altura de un edificio de 20 plantas). El pulso térmico produciría a toda persona expuesta quemaduras de tercer grado a una distancia de 14 km., aunque éste no sería el peor de sus problemas.

Una intensa lluvia radiactiva caería en toda la zona bajo el hongo, especialmente durante las primeras 24 horas, con varias veces la cantidad letal que mataría a todo el que hubiera sobrevivido a los demás efectos, extendiéndose decenas de kilómetros con dosis de 1000 Rems, suficientes para matar a toda la población adulta en 10 días. Pero si soplase un viento de unos 20 km/h. arrastraría además la nube radiactiva a una distancia de más de 230 km. en una franja de una anchura de 20 km. que mataría a la mitad de la población sana que se encontrara bajo ella en unas semanas. Podría arrasar fácilmente media Comunidad de Madrid, por ejemplo. Para dosis superiores a 400 Rems, más del 65% de la población moriría en un mes; para 300 a 400 Rems más del 50% morirían en el primer mes.
Para más de 20 Rems las defensas del organismo se reducen drásticamente, se sienten mareos, vómitos, diarreas, fatiga y hemorragias así como daños en el material genético. Pero contra ciudades grandes están hechas las bombas de 20 megatones, ya que para un objetivo militar con un megatón sobra. La antigua URSS tenía más de 130 de ellas, llegando a detonar a modo de pruebas una de 20 megatones. Si explotase a una altura de 9.000 m. arrasaría por completo una zona de 18 Km. de radio, y la zona con graves daños en los edificios tendría 32 Km. de radio. La bola de fuego mediría 7´5 Km. produciendo un pulso térmico de 20 segundos que quemaría todo en 35 km. de distancia. Todo el que se encontrase mirando en la dirección de la explosión a 500 kilómetros de distancia quedaría temporalmente ciego y podría sufrir afecciones oculares permanentes.

Esos mismos 20 megatones detonados a la altura del suelo produciría una bola de fuego que lo engulliría todo en un radio de 5 Km., y la lluvia radiactiva afectaría a la mitad de España.

Tras la explosión los supervivientes presentarían un aspecto infernal: amputación de miembros, quemaduras por todo el cuerpo, confusión por no saber qué ha ocurrido, desesperación por encontrar a los seres queridos... En el caso de bombas mayores a un megatón la tan temida radiación sólo sería preocupante si detona cerca del suelo, ya que la gente irradiada se encontraría en la zona barrida por las altas temperaturas y la onda de choque. Sólo en las bombas menores la radiación inicial mata a gente que sale viva del resto de los efectos. Así, si la explosión fuera localizada sólo en un punto (no en caso de holocausto nuclear) lo ocurrido en Hiroshima se repetiría. Columnas de supervivientes huirían en procesión de la ciudad en llamas hacia cualquier lugar. Los síntomas de la radiación se harían sentir desde el primer momento sintiendo una intensa sed, vómitos, fiebre y manchitas en la piel debidas a pequeñas hemorragias subcutáneas para los que se encuentren en la fase crítica. Estos sítomas parecen remitir a las pocas horas o días, dando un cierta esperanza al enfermo durante unas cuatro semanas denominadas período de latencia, en el que la función regeneradora de las células se ve seriamente dañada descendiendo el número de glóbulos blancos y plaquetas en la sangre, dejando cada vez más expuesto al paciente a cualquier enfermedad. En la última fase las diarreas, pérdida de cabello y hemorragias intestinales se suceden hasta varias semanas, tras las cuales el paciente puede morir o recuperarse.

Aún sabiendo lo que implica una detonación nuclear, no podemos todavía hacernos idea de lo que sería una guerra nuclear con miles de megatones distribuidos por todo el planeta, ya que los efectos conjuntos serían más que la suma de las explosiones aisladas; además, no habría lugar al que escapar. Del efecto más destructivo no hemos hablado, y es que destruye no sólo a los individuos, sino también a la sociedad, acaba con todo el orden y desmorona todo tipo de jerarquía. Los efectos de una sola detonación se deja sentir durante décadas, los de una guerra nuclear no lo llegaríamos a saber.

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